En su día
Lima, 30 de noviembre 2013
Ay Señor del cielo y de la tierra
Ten piedad de estos funcionarios de tu reino
Que tantos malos y buenos momentos
Te han hecho pasar
Ten piedad de estos escribas
Que han escrito en tu nombre
Para bien y para mal
Apiádate buen Dios
De sus ideas pequeñas
Frágiles o punzantes
Sobre tu esencia inaprensible
Acaricia con tu clara pasión
Sus cabezas acaloradas por tratar
De contener tu mar
Acaricia sus frentes sudorosas
Por tratar de resolver
La raíz cuadrada y el algoritmo
De tu nombre
Besa sus ojos
Ciegos de tanta luz
Besa sus manos limpias
Y arrójalos a tu camino polvoriento
E impreciso
Lleno del lodo miserable
De la historia de este mundo
Ay Señor perdónalos
Porque sí saben lo que hacen
Límpialos con hisopo
Y serán más blancos que la nieve
Abrázalos y tómalos en tu regazo
Y que nadie impida que vengan a ti
Para que Tú con tu mano de albañil
Los bendigas por siempre.
– Luis Cruz Villalobos
Mientras algunos teólogos escriben tomos interminables sobre Dios y otros hablan como si tuvieran la seguridad de todo lo que pronuncian sus labios, existen otros que están conscientes de su finitud.
Richard Rohr, en su libro La Biblia y su espiritualidad, recalca el hecho que lo que deberían siempre acompañar al estudiante de la Palabra de Dios y el objeto de su revelación (Dios y más específicamente Jesucristo), son la humildad y el asombro. Sin estas dos virtudes, somos tentados a la arrogancia.

la humildad y el asombro son consecuencias naturales de la contemplación de la creación que señala al Creador todopoderoso
Salomón ofrece un sabio consejo:
Guarda tus pasos cuando vas a la casa de Dios, y acércate a escuchar en vez de ofrecer el sacrificio de los necios, porque éstos no saben que hacen el mal.
No te des prisa en hablar,
ni se apresure tu corazón a proferir palabra delante de Dios.
Porque Dios está en el cielo y tú en la tierra;
por tanto sean pocas tus palabras.
Porque los sueños vienen de la mucha tarea,
y la voz del necio de las muchas palabras.
Cuando haces un voto a Dios, no tardes en cumplirlo, porque El no se deleita en los necios. El voto que haces, cúmplelo. Es mejor que no hagas votos, a que hagas votos y no los cumplas. No permitas que tu boca te haga pecar, y no digas delante del mensajero de Dios que fue un error. ¿Por qué ha de enojarse Dios a causa de tu voz y destruir la obra de tus manos? Porque en los muchos sueños y en las muchas palabras hay vanidades; tú, sin embargo, teme a Dios.
Eclesiastés 5:1-7 LBLA
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Luis Cruz Villalobos. (2013). Entre adioses y retornos: poesía. Santiago de Chile: Hebel Ediciones. http://www.benditapoesia.webs.com.
Richard Rohr. (2012). La Biblia y su espiritualidad. Cantabria: Editorial Sal Terrae.